14 de octubre de 2012

Terraza


Éramos la terraza, 
el cielo estrellado y yo.

Era el horizonte negro, 
el periplo incansable 
y el ave blanca en soledad.

Yo era el ave, a veces,
pero me acordaba de que el ave tenía destino,
y yo volvía a ser yo, solo
en medio del periplo incansable.

Y había un 'vos' intercambiable
un 'vos' comodín en mi cabeza
que me hacía hacer de cuenta
que el periplo se hace de a dos, 
aunque sea por un rato.

1 comentario:

  1. A veces pienso que la poesía, como todo arte es el camuflaje de los exhibicionistas solitarios. Pero como dice el poema aunque el destino del aguila sea cazar en solitario, necesita un vos intercambiable, aunque sea para confirmarse.

    Un abrazo

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