21 de marzo de 2012

Posesión

Si no la mira simplemente muere, pero
si no la tiene guardada
en esa cajita del tabú
que la protege del mundo y de él,
toda la pasión se marchita.


Necesita poseerla, si.
Pero sobre todo
necesita que sea ajena.
La necesita intocable, incorruptible.
Esa es la única forma de amarla.


Él habla con Platón todas las noches
y glosa un insulto de grafito
que dormirá por siempre 
en su sepulcro de celulosa.
Rebeldía inútil. 


No hay sublimidad, 
sólo una aproximación
Entonces será dueño del deseo
-la posesión más perfecta-
para siempre. 


No la verá con el vestido de recepción
No la verá con la mano corrompida,
no la verá una vez que ha florecido,
no verá la extinción de su frescura
por el sacrificio fértil. 


La guardará en una cajita, 
ya no del tabú.
Y la conservará en la eternidad
que precede
al fin.

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