9 de agosto de 2016

Brindis

Brindo por vos, que sos yo pero no
y estás invertido,
en el mundo del sueño,
del otro lado del sueño,
o en una de las dimensiones alegres.

Brindo por ese disco
que gira al revés, 
sin mensajes subliminales
en otro mundo.

Por tus noches en vela con amigos, alcohol barato y porro.
Por tus amores intensos y punzantes.
Por tu sin miedo a nada.

Tal vez escribas relatos cortos,
antes que poesías sosas.

Tal vez leas mucho
y te canses poco.

Tal vez te creas todo con más facilidad.
Tal vez el mundo no te sea tan hostil.

Brindo por las cartas que te tocaron.
Yo sigo acá, mintiendo como puedo,
para ganar un montoncito,
y perder fortunas.


10 de julio de 2016

Navegante

Hace ciento setenta años que estoy naufragando. Cundo cumplí 18, me metieron en una lanchita, me soltaron las amarras, y nunca más vi tierra firme.  No conozco el motivo del abandono, y mucho menos por qué me quedé ahí, callado y sumiso, viendo cómo la playa se iba nadando. Quizás haya pensado que era para bien, que no me esperaba la mar inacabable.

Hoy hay nubarrones gordos, como casi todos los días. La verdad, preferiría un sol que quema la piel, pero ese un deleite muy esporádico; es que por algún designio misterioso de las corrientes, siempre es invierno. La lanchita es chica, pero me siento seguro adentro, hasta en los temporales más bravos. Jamás salí de ella.

No sé hace cuánto morí, ni cómo fue. Supongo que fue muy poco tiempo después de la partida. Solo por dos indicios puedo darme por muerto. El primero, es que ya no como ni duermo; el segundo, que superé con creces cualquier esperanza de vida conocida. En todo caso, para mi alma no hay diferencia.

Recuerdo, antes de esto, que la idea de la eternidad estaba bien instalada en mi sentir y el de mis conocidos como el mayor de los horrores. Ahora me veo obligado a rectificar, al menos para el caso de esta eternidad sin sobresaltos. Después de un tiempo, uno se acostumbra a todo: el hambre violento, el frío, el miedo, el sueño (los muertos no dormimos). Mi último puerto es la soledad, pero sé también me voy a acostumbrar.

7 de julio de 2016

Gato del sur

¿De qué color son tus ojos?
Gato del Sur.
¿Son los ojos del río turbio?
¿Son los ojos de luna roja?
¿Son los ojos de pobre luz?

Son los ojos ventanados
Irrumabo et predicabo te
Son los ojos de niño
de aura verde y cultura zen
Son los ojos pesados
arrastrados por el parqué.

No me importa de dónde somos
yo soy del norte, vos sos del sur.

La próxima vez que me niegues,
Gato del Sur
que tus ojos estén derramados sobre los míos.
Sin escombros ortopédicos.
Solo piel, y tus ojos,
y mis ojos, y tu sangre.

Con tu savia roja expiaré mis culpas,
me tomaré todo el néctar, reiré como un loco,
me fumaré un cigarro y saldré por las terrazas
a buscar otro gato,

entre el humo del sur.

17 de noviembre de 2012

Bueno, así.

Imagináte que inventan una historia,
una vida,
una familia,
una personalidad,
un cuerpo,
un alma,
un personaje de una novela,
un pedazo generoso de esperanza,
una manera de querer,
una pequeña pasión,
una ansiedad que se muere de noche,
y renace al amanecer, como un Fénix,
una forma de adicción,
un "alguien",
un misterio,
una incertidumbre cruel,
un barco que se va
sin ver al náufrago.

Bueno, así.

14 de octubre de 2012

Terraza


Éramos la terraza, 
el cielo estrellado y yo.

Era el horizonte negro, 
el periplo incansable 
y el ave blanca en soledad.

Yo era el ave, a veces,
pero me acordaba de que el ave tenía destino,
y yo volvía a ser yo, solo
en medio del periplo incansable.

Y había un 'vos' intercambiable
un 'vos' comodín en mi cabeza
que me hacía hacer de cuenta
que el periplo se hace de a dos, 
aunque sea por un rato.

21 de marzo de 2012

Posesión

Si no la mira simplemente muere, pero
si no la tiene guardada
en esa cajita del tabú
que la protege del mundo y de él,
toda la pasión se marchita.


Necesita poseerla, si.
Pero sobre todo
necesita que sea ajena.
La necesita intocable, incorruptible.
Esa es la única forma de amarla.


Él habla con Platón todas las noches
y glosa un insulto de grafito
que dormirá por siempre 
en su sepulcro de celulosa.
Rebeldía inútil. 


No hay sublimidad, 
sólo una aproximación
Entonces será dueño del deseo
-la posesión más perfecta-
para siempre. 


No la verá con el vestido de recepción
No la verá con la mano corrompida,
no la verá una vez que ha florecido,
no verá la extinción de su frescura
por el sacrificio fértil. 


La guardará en una cajita, 
ya no del tabú.
Y la conservará en la eternidad
que precede
al fin.

9 de marzo de 2012

Ser

Ave quiere ser
y partir.
Ave de los montes,
de los hombres exiliado.
Lejos del tendido eléctrico.
Agarra la bici, empieza a pedalear.
Busca esa libertad de juguete.
Ir al monte: pibe y ave.
Vivir el pasto y la hormiga,
la ramita seca y la hojarasca.
El cascarudo y la arañita de color
que da miedo y fascina,
todo al mismo tiempo.
Y escalar la corteza.
Que duelan los dedos y no importe.
Sentarse en la rama espesa,
sentir la brisa
que mueve las hojas,
que mueve los pelos del flequillo,
que cosquillean en la frente.
Gatear hasta la punta, 
casi hasta donde ya no resiste.
Cristalizarse hasta ocaso.
Anhelar de cerca lo que no pudo
ser.

7 de marzo de 2012

Ironía patibularia

"Notó que el verdugo estaba sumamente nervioso. Lo tranquilizó entonces con una broma, diciéndole que tuviera cuidado porque su cuello era muy corto y no quería que su buen nombre en el oficio se viera perjudicado por un corte errado. También que tratara de no dañar su barba (crecida en la prisión de la Torre), ya que ésta no era culpable de nada. Luego él mismo colocó su cabeza sobre el tajo".

El fragmento refiere a Thomas More, antes de su ejecución. Biografía introductoria a Utopía, por Raúl S. Zoppi.
 
 

29 de julio de 2011

Miocardiopatía

Sístole, camino,
diástole, golpeo,
sístole, saludas,
diástole, te veo,
sístole, me hablas,
diástole, asiento,
sístole, me invitas,
diástole, me siento,
sístole, me tocas,
diástole, la oreja,
sístole, te toco,
diástole, te dejas,
sístole, no encuentro,
diástole, palabras,
sístole, me dices,
diástole, que no abra,
sístole, la boca,
diástole, y ya siento,
sístole, dolido,
diástole, (no miento),
sístole, mi pecho,
diástole, no obstante,
sístole, me gusta,
diástole, constante,
sístole, la miel en,
diástole, mi alma,
sístole, que pica,
diástole, con calma,
sístole, si había,
diástole, distancia,
sístole, no queda,
diástole, constancia,
sístole, no hay aire,
diástole, ni un poco,
sístole, entre uno,
diástole, y el otro,
sístole...
diástole...
sístole... diástole,
sístole, diástole,
sístole,diástole,sístolediástolesístolediástolesístolediástole............

7 de abril de 2011

Diálogo

-¿Qué ficciones son tus preferidas?

                             -Las trágicas.

                                   -¿Por qué?

                      -Porque me hacen sentir.

-¿Y para qué querés sentir ahora?

              -Porque así recuerdo algo importante.

-¿Qué cosa recordás?

         - Que estoy vivo.

- Entonces... la muerte ajena te da vida.

     - Podría decirse que sí...








15 de enero de 2011

Nudo (título provisorio)

Amanecer con un nudo en el estómago,
atardecer con un nudo en la garganta
acostarse con un nudo en el corazón.

26 de diciembre de 2010

La pobreza

"...No tengo pan, no tengo un cuarto, ¡Soy un bandido! Tres días hace que no como, soy un bandido. ¡Ah! vosotros os calentáis los pies; vosotros tenéis escarpines de Sakoskis; tenéis sobretodos entretelados, como los arzobispos; vivís en el piso principal de una casa con portero; coméis trufas, manojos de espárragos a cuarenta francos, en el mes de enero guisantes; os atracáis y cuando queréis saber si hace frío, miráis en el periódico los grados que marca el termómetro del ingeniero Chevalier. Nosotros, nosotros somos los termómetros. No necesitamos ir a ver a la esquina de la torre del reloj cuántos grados hace de frío; sentimos la sangre coagularse en nuestras venas y el hielo llegar al corazón, y decimos: ¡No hay Dios!..."
Victor Hugo;  Los miserables; Tercera parte; Libro octavo; Capítulo XX

23 de septiembre de 2010

Espejo

Así,
amáme,
febrilmente,
grotescamente,
retrógradamente,
revolucionariamente.
Amáme hasta extinguir
ese ardor que guardamos
durante intangibles segundos:
ciento ochenta y nueve millones,
ochocientos veintisiete mil, catorce.
Amame para volver a contemplar eso,
tu gracioso lunar que no puedo recordar
si estaba en la nalga izquierda o la derecha.
Amáme hasta que todo esté volteado al revés
y vuelto a enderezar, y de cabeza otra vez, y así.
Amáme que amar es resucitar esos días violáceos
en que me mirabas con serenidad, y me recordabas
que realmente no importaba si mañana terminaba todo,
que la eternidad se hacía más eterna con la menor caricia.
Amáme que el viento nunca imaginó que amar fuera tan fácil.
Buscando  amor recorre  kilómetros ignorando  que si queremos
estamos dispuestos a mostrarle a cualquiera qué tan simple resulta
revolcarnos en este cuento finito e inconcluso. Finito para los demás,
inconcluso para nosotros que estamos con toda esta ligadura de pasión,
y deseos, y descargas perpetuas de emoción, e interacciones tan sublimes
que resulta increíble darse vuelta en la cama, y ver tu cara con asombro
y tener esa sensación terrible de ¿quién sos vos? yo no te quería más.
No te metas, que las cosas no fueron como quería, cometí un error.
Estás deseosa de romper todo ese intercambio eterno, exquisito,
entre mi deseo entregado y tu entrega deseosa. No funciona,
porque no soporto tu manía de creerte señora feminista,
tus típicas inercias de entregadora de favores eróticos,
tus analogías descuidadas entre yo, y ése, y éste, y él,
y aquél, y el viejo, y el pibe, y el gordo, y el flaco.
Y los fantasmas continúan ese desfile grotesco.
¿Cómo puede ser tan fácil hacerse el tonto?
¿Cómo puedo engañar así a mi dignidad?
Pero basta, flaca, ya ni siquiera servís
para sacarme las ganas de belleza.
(Entrar y salir del amor es decir:
mundo pueril, mundo tangible.)
¿Ganas de belleza, digo yo?
La belleza en una señora
es su gran capacidad
para poder inspirar.
Y de eso carecés.
Odiame, ya.
Gracias.
Fue.

30 de julio de 2010

Banal



 Presencia altiva.
Movimientos insulsos.
Pechos de mármol.

¿Cómo describirte?

Conducta pueril.
Verborragia indeseable.
Caricias toscas.

¿Quién puede desearte?

Besos inertes.
Corazón carbónico.
Piel de aluminio.

Yo nunca volveré a hacerlo.

Felino sensual.
Buitre de mi deseo.
Zorra embustera.

Ya no miraré sobre mi hombro.

Gracia perdida.
Pobreza de sentidos.
Rencor ganado.

Es tiempo de seguir a los impulsos.

¿Y qué seré yo?
Un cambio repentino.
Anhelo hallado.
   
Me toca mirar hacia arriba...

Niñez ilusa.
Adolescencia terca.
Consciencia adulta.

Me toca mirar hacia adelante.

7 de julio de 2010

Ambivalencia

Antes de que fuera lo que soy,
en aquel rincón de la frondoza nada,
antes de mi primer amanecer:
un sin fin de oscuridades blancas
que fueron presencia indiscutible,
sólo hasta la fecha esperada
en que la nada se transformó en todo
y el llanto sonó para anunciar mi alba.

A través de los profundos rincones
de mis neuronas, rugen, claman
las ansias de obtener presto
entendimiento y sabiduría grata.

¿Para qué los eternos sueños?
¿Para qué toda esa tinta derrochada
en la historia de detalles entrañados
de tristezas y alegrías mansas,
si al final, como una burla gris
vuelven las oscuridades blancas?
Ningún cielo prometido se vislumbra,
se interponen la tierra, y las tablas.

Ambivalencia de la nada y el todo
Una moneda. Dos caras.
¿Qué es la mente, y dónde va
cuando las velas se apagan?